La apicultura puede ser terapéutica,
por lo menos para mí. Es como una pastilla para mi salud mental. Es
especialmente necesario con mi trabajo como maestro en una escuela primaria.
Trabajando todo la semana con alumnos
de quinto y sexto grado se cansa uno. Es como ser un vaquero todo el día. Constantemente
tengo que enlazar a todo y encontrar la manera mantenerlas controladas y
enfocada en el clase. Agrega los demás deberes de un maestro como actividades
escolares, planificación de clases, y calificar trabajos y exámenes. Enseñando
en una escuela bilingüe en Honduras no es un asunto fácil. Muchas veces piensa
como puedo mantener mi cordura.
Contemplando las flamas.
Como
muchos apicultores probablemente han experimentado, abejas son buenas para el
alma. Simplemente sentarse y convivir con las abejas normalmente me ayuda
quitar la tensión y olvidar de todo lo demás problemas tengo con mi trabajo o
con la vida en general. No pienso en nada más que en la manera que las abejas
que miro llegan y salen. Después que uno se acostumbra ser cerca de ellas, su
zumbido empieza sonar como música—calmado y relajante.
Simplemente salirme de la casa e
irme al apiario puede hacer lo mismo. Siento afortunado tener uno de mis
apiarios cerca el rio que cruza el valle donde vivo. Para llegar allá, primero
tengo que cruzar un parque privado ubicado afuera del pueblo (arboles enormes y
viejos de mango en el borde del camino que atraviesa el lugar) hasta que llego
a un puente hamaca que cruza el rio. Las colmenas están situadas en el terreno
de una finca por el otro lado del puente.
Temprano en la mañana es lo mejor tiempo
ir allá, por ejemplo cuando estoy trasladando enjambres recién agarrados. Me
levanto en el madrugado para llevarlos, amarrados atrás de mi motoneta. Es
trabajo fácil. Agradable.
Cuando
termino es hora de café. Yo llevo mi termo abajo el puente a la orilla del
agua. La temperatura todavía es muy agradable, no el calor sofocante de los
tardes. Una taza de buen café Hondureño (fuerte, sin azúcar, un poco de leche)
levanta el espíritu. No hay niños gritando, no hay planes de clases para hacer,
no hay exámenes calificar—solamente yo y las abejas y el rio (¡y mi café!).
Café de la mañana y el tranquilidad del
rio—un calmante para la mente.
¿Ahora,
puede la apicultura convertirse en una herramienta más formal si el apicultor
necesita alguna forma de terapia y tener su cabeza analizado? Es posible.
La mayoría de gente probablemente
saben acerca de los exámenes con manchas de tinta de Hermann Rorschach, que
usan los psiquiátricos para analizar que está pasando en la cabeza de su
paciente (dígame que mira en esta pintura). La misma cosa probablemente puede
hacer para el apicultor—usando las flamas de su ahumador.
Frecuentemente invito personas a
trabajar y jugar con las abejas conmigo. Este era el caso el año pasado con
Kevin de Canadá, quien estaba trabajando conmigo en la escuela bilingüe de mi
pueblo. Le pedí que prende el ahumador. Para abejas africanizada este significa
que es grande—el tipo que empieza a tirar flamas cuando quiere que el material
para el humo esta quemando bien. Como normal, comencé a tomar fotos.
Después yo puse en Facebook el foto
que mira arriba, y los comentarios empezaron acerca de que las personas estaban
mirando en las flamas—justamente como las manchas de tinta. Es un pájaro, es un
tiburón, es un caballo de mar. Ahora, mira estas dos fotos también.
Exámenes con manchas de tinta para
los apicultores—mira a las flamas y dígame que mira.
¿Así, que miran ustedes? ¿A que
parece aquellas flamas? ¿O más importante, que significa las formas que están mirando?
¿Está todo normal arriba en su cabeza, o no? Déjeme saber.
--Tom
Versión en inglés (English
version) en mi otro blog “Musings
on Beekeeping”